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En los últimos años, España se ha convertido en el principal productor ecológico de la Unión Europea. Dentro del amplio espectro de productos que se cultivan bajo este esquema, los vinos ecológicos han tomado un impulso particular.
Según un estudio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), España cuenta con 2.082.173 hectáreas de superficie de producción ecológica, de las cuáles el 11,2% están destinadas a la producción de vino. La mayoría de las bodegas y embotelladoras se encuentran en Cataluña con 205 industrias dedicadas al sector, seguida de Castilla-La Mancha con 193.
Pero qué necesita un vino para ser considerado ecológico. La respuesta simple es la elaboración de bajo prácticas respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, para lograr una certificación oficial será necesario cumplir con una serie de requisitos específicos detallados a continuación:
- Control general de todos los pasos de la cadena productiva, asegurando la sostenibilidad del proceso en cada uno de ellos.
- Utilizar abonos naturales, si son producidos por la biomasa de los cultivos todavía mejor. Está prohibida la quema de ratrojos y la adicción de cualquier químico.
- Nunca utilizar uvas dañadas en la elaboración del producto final.
- Están permitidas las levaduras y bacterias, pero nunca deben ser modificadas genéticamente.
- No utilizar agrotóxicos ni añadidos químicos.
- Garantizar que todo el proceso sea manual. Desde la siembra hasta la recolección, incluidos los tractores para el arado.
- Mantener unos niveles mínimos de carbono.
- Utilizar tapones de botellas de corcho natural.
- Especificar todos los ingredientes y sus concentraciones en el etiquetado.
- Garantizar las buenas condiciones laborales de todos los empleados de la empresa y facilitar políticas de reciclaje y ahorro energético.