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Hoy es el Día Mundial de la Salud Mental y queremos dedicarle este artículo a los camareros y camareras que todos los días ponen su mejor sonrisa y nos cuidan en las cafeterías, bares y restaurantes de la ciudad. Devolvámosles ese buen trato. Os dejamos diez ejemplos de cómo tratar con respeto y empatía a los profesionales de hostelería.
Burnout en hostelería: el gran tabú
Empecemos con un dato: desde 2016 hasta junio de 2023 las bajas por trastornos asociados a la salud mental (depresión, estrés o ansiedad) alcanzaron los 2.583.755, según los datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS); En concreto, los trabajadores de hostelería y comercio acumulan más del 12% de ellas, con 327.209 bajas en este periodo.
¿Por qué puede estar ocurriendo esto? Además de las causas que mencionamos en este artículo sobre las condiciones laborales y el sentido de pertenencia en los negocios de hostelería, muchos trabajadores del sector trabajan de cara al público y están sometidos a picos de estrés en momentos puntuales del servicio.
Los camareros y camareras pasan la mayoría de su jornada de pie, expuestos muchas veces a las temperaturas del exterior (frio/calor), y con ritmos de trabajo frenéticos en algunos momentos puntuales del día. Por no hablar de la exigencia emocional que supone estar en constante contacto con los clientes; Un camarero puede estar teniendo el peor de sus días y, aun así, agradecemos que nos sonría y nos trate con amabilidad. Como es lógico, esta situación puede provocar, a largo plazo, sentimientos de frustración o incluso depresión, sobre todo si ellos no reciben ese mismo trato amable de los clientes.
En Hostelería Madrid te proponemos algunos ejemplos de cómo tratar a estos profesionales con respeto y empatía para que su trabajo sea más agradable y satisfactorio.

Diez conductas que están en tu mano para mejorar la salud mental de los trabajadores de hostelería
“El cliente siempre tiene la razón”, menos cuando no la tiene
Seguro que has oído la expresión “El cliente siempre tiene razón”, este eslogan está muy incorporado a la cultura española y a veces puede dejar desprotegidos a los profesionales de la hostelería. Aunque solo una pequeña parte de los clientes puedan tener conductas irreverentes, hay una serie de patrones que, si se repiten a diario, pueden producir un desgaste psicológico. Te enumeramos algunos. A veces un pequeño cambio en la conducta de cada uno de nosotros puede marcar una gran diferencia.
Ejemplos de conductas de los clientes en hostelería y cómo mejorarlas
1. Respeto o educación básica
Los camareros son personas, por lo que agradecen que se les den los “buenos días” o las gracias. Hablarles con serenidad, sin gritar ni ‘exigir’ atención inmediata, puede ser un buen punto de partida. Además, conviene evitar llamarles con un silbido o chasquear los dedos, u otros gestos que pueden ser peyorativos.
2. Imponer urgencias irreales
Si el restaurante o la cafetería están llenos, no importa esperar 10 minutos. Como es lógico en estas circunstancias, van a tardar un poco más de tiempo en servirte, pero lo harán sin necesidad de que les apremiemos con exigencias o exhortaciones.
3. Antes de pedir, piensa bien lo que quieres
En ocasiones algunos clientes cambian numerosas veces de opinión y hacen sucesivas modificaciones de la comanda, incluso después de tener la comida servida en la mesa. En este sentido, esos cambios recurrentes de comanda pueden provocar caos en la cocina y en el servicio y afectar a la atención tanto de tu mesa como a la otros clientes. Es mejor tardar un poco más en pedir y, cuando lo hagas, que tengas claro lo que quieres. También puedes optar por pedirle recomendación al camarero sobre los platos del día o recomendaciones que te pueda sugerir.

4. Culpar al camarero de cosas fuera de su control
Los precios, el ambiente del establecimiento o la temperatura de la comida no son responsabilidad de los camareros. Ellos son los que reciben las quejas sobre la comida o sobre el confort en el local, pero no son los que preparan los platos ni los que regulan la temperatura del local. Piensa siempre que el camarero puede ser tu ‘aliado’ para mejorar tu confort en el local y no el ‘culpable’ de esa situación. Cuando tengas una queja, procura trasladarla con respeto y empatía, teniendo en cuenta que el camarero que recibe la queja no es el responsable de esa situación y será la persona que intente ayudarte a solucionarla.
5. Trato irrespetuoso o comentarios inapropiados
En ocasiones, las bromas o el “buen rollo” pueden pasar el límite de lo apropiado. Aunque en los momentos de ocio el ambiente puede ser muy relajado entre los clientes, es fundamental mantener un trato de respeto y de cierta distancia con los camareros/as que son profesionales que en ese momento están trabajando. Los piropos, bromas ‘pesadas’ o comentarios ‘incómodos’ están totalmente fuera de lugar en el trato hacia los camareros/as.
6. Quedarse más allá del horario de cierre o llegar más tarde de la hora acordada
Llegar tarde al establecimiento puede suponer que los trabajadores tengan que quedarse más tiempo para terminar el servicio. No solo hablamos de llegar al final de la jornada, sino también a los pequeños retrasos en cada turno; Aunque a priori podamos pensar que “no pasa nada, son solo 20 minutos”, si todos los clientes hacen lo mismo, las coordinación del servicio y el cierre del mismo retrasarán el trabajo de todo el equipo.
7. La propina, una forma de reconocimiento
En España las propinas no son obligatorias, pero son un reconocimiento al trabajo y esfuerzo de los camareros y cocineros que han permitido que los clientes disfrutemos de una grata experiencia con amigos, pareja o familia. Dejar propina, aunque sea algo simbólico, es un reconocimiento al trabajo del equipo y a su buen hacer.

Conclusión: cuidar a quienes nos cuidan
La hostelería no son solo platos bien servidos, la hostelería se sostiene sobre personas que muchas veces están cansadas y trabajan bajo presión. La salud mental de quienes nos atienden en bares, restaurantes y cafeterías es una parte invisible pero esencial de la experiencia.
Como clientes, tenemos más poder del que creemos. Un saludo, una palabra amable, un gesto de respeto o una propina pueden parecer pequeños detalles, pero tienen un impacto enorme en el ánimo de quienes nos sirven. Ser amables, educados y empáticos cuesta mucho menos de lo que aporta a las personas que lo reciben. Al final, no se trata solo de comer bien, sino de convivir mejor y de cuidar a quienes nos cuidan.





